La tégula es una pieza de barro cocido que se utilizó de forma habitual para cubrir los tejados. Aunque las más antiguas se remontan a la Grecia antigua, fueron los romanos los que normalizaron su uso en toda Europa. Al ser de terracota, eran más económicas que las pétreas, y más resistentes que las cubiertas vegetales, por lo que su expansión fue rápida y duradera.

Las tégulas están formadas por una superficie plana y dos pestañas laterales, formando un canal por superposición, para evacuar el agua. Las pestañas son las uniones entre las distintas filas, y se cubrían con otra pieza, denominada “ímbrice”, que era similar a una teja actual o “árabe”. Las formas son generalmente cuadrangulares, rectangulares o trapezoidales, pero con un tamaño muy variable.

Esta tégula, recogida en las inmediaciones de La Edrada, muestra la superficie plana y una de las pestañas. Lo más destacado es la decoración laciforme realizada por digitaciones (con los dedos). Es habitual que las tégulas muestren algún dibujo, los sellos de los fabricantes o incluso huellas de animales que pasaron por encima durante la fase de secado.